viernes, 26 de diciembre de 2014

Lecturas del próximo domingo, festividad de La Sagrada Familia: Jesús, María y José

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 127

R/.
Dichosos los que temen al Señor
y siguen sus caminos

Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):
Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios

Evangelio del domingo

Evangelio según san Lucas (2,22-40), del domingo, 28 de diciembre de 2014
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Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra de Dios.
 
 
COMENTARIO DEL EVANGELIO
 
 Al celebrar esta fiesta, podríamos reflexionar sobre lo que debe significar hoy la familia, institución básica de la sociedad, que no es ajena a una profunda crisis. De hecho estamos en un proceso Sinodal sobre la familia iniciado este año y que continuará en el próximo, promovido por el Papa Francisco, en el que llama la atención las dos encuestas enviadas a todo el Pueblo de Dios. En una homilía no se puede agotar este tema, apunto sólo algunos trazos y pinceladas desde la Palabra de Dios. Con el paso de los años ha cambiado la estructura familiar y en ocasiones poco se parece a lo que nos dice la primera lectura del Eclesiástico: “Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones, mientras viva…”. Se ha retrasado la edad de ser padre o madre, el trabajo condiciona fuertemente la familia, trabajan los dos y apenas en ocasiones se ven, no digamos nada de la falta de trabajo, se ha pasado de una familia extensa a una familia restringida, se ha reducido el número de hijos, el cuidado de los mayores ha pasado a las residencias, hay diversos tipos de familias y parejas, no es extraño que entre nuestros familiares nos encontremos con divorciados y separados, a los niños se les da todo hecho satisfaciendo sus caprichos; se pueden estirar las situaciones… Es curioso que son muchos los jóvenes que hoy prefieren eludir su compromiso de pareja-familia, recordemos que el matrimonio es un sacramento, y parece que para ellos familia y felicidad son incompatibles por eso prefieren las uniones de hecho, los compromisos temporales. Para que se haya llegado a este punto ha debido pasar mucha agua bajo el puente.
La segunda lectura de San Pablo a los Colosenses, nos da algunas claves: “Mujeres, maridos, hijos…”. El matrimonio brinda al hombre y a la mujer la oportunidad maravillosa de saberse padres y madres. Por los hijos, los padres se transforman en dadores de vida, se hacen educadores. Pero no bastan los hijos para que haya verdaderos padres, antes debe existir una auténtica pareja: que sepa compartir, dialogar, crecer juntos, educarse mutuamente. Sólo así puede entenderse la familia y la pareja como una donación de sí mismo y ser lo que Dios quiso que fuera: una comunión en el amor. Es preciso defender y promover todo lo que de humano y humanizador tiene la familia. Y nada hay más humano como el cariño, el afecto, el amor que tiene su referente fundamental en la familia, como lugar privilegiado de experiencia donde el amor es gratuito y se manifiesta como búsqueda esforzada del bien para la persona querida y como educación progresiva.
La familia también es el lugar de socialización de la persona, nos lo recuerda el Evangelio de hoy, con la purificación y presentación del Niño en el templo, en sociedad. La familia representa el primer modelo de sociedad que el niño percibe. Si el modelo es bueno, si es armónico y fuente de gozo, sabrá enfrentarse a la sociedad con espíritu positivo y constructivo que hace de sus miembros personas abiertas y solidarias. También la familia es la primera comunidad cristiana (Iglesia doméstica la llamó el Concilio Vaticano II), en la que los hijos y todos  crecen en la fe y deben experimentar su pertenencia a la Iglesia, toda ella considerada como la gran familia de Dios.
Poco sabemos de la experiencia familiar de José, María y Jesús, la Sagrada Familia, pero sabemos que Jesús hizo toda su preparación mesiánica dentro de un hogar. Va a tener que vivir sin prisa junto a una mujer contemplativa, que todo lo guardaba en su corazón, para que sus ojos aprendan a mirar más allá de las cosas, y a tener que trabajar con José hasta que sus hombros se vuelvan lo bastante fuertes para aguantar los golpes y resistir el peso de un madero. En aquel hogar humilde de trabajo, de meditación y de sabiduría, como dice el texto: “El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría”, aprendió a ser hombre y se preparó para proclamar el Reino.
Como nos recuerda la Gaudium et Spes, nº 5: “La familia es escuela del más rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión, se requiere un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos”. Que esta fiesta nos ayude a pensar en lo que tenemos en casa.

Los 7 hábitos diarios para las personas que quieren ser Santas

Nadie nace santo. Se consigue la santidad con mucho esfuerzo, pero también con la ayuda y la gracia de Dios. Todos, sin exclusión, están llamados a reproducir en sí mismos la vida y el ejemplo de Jesucristo, caminar detrás de sus huellas.
Estás leyendo esto porque estás interesado en tomar tu vida espiritual más seriamente de ahora en adelante. Aceptar de corazón uno de los puntos clave del Concilio Vaticano II: la importancia de la doctrina de la llamada universal a la santidad. También conoces que Jesús es el único camino a la santidad "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida."
El secreto de la santidad es la oración constante la cual puede ser definida como el continuo contacto con la Santísima Trinidad: "reza siempre y sin desfallecer" (Lc. 18:1). Hay varios caminos para llegar a conocer a Jesús. Nosotros vamos a hablar brevemente sobre algunos de ellos en este artículo. Si quieres llegar a conocer, amar y servir a Jesús de la misma forma que aprendes a amar y enamorarte de otras personas: tu esposa, miembros de tu familia y amigos íntimos, por ejemplo, pasando un tiempo considerable con él en forma regular y, en este caso básicamente todos los días. El retorno, si lo haces, es la única verdadera felicidad en esta vida y la visión de Dios en la próxima. No hay sustituto a esto.
La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.
Los siete hábitos diarios que propongo consisten en el ofrecimiento de la mañana, la lectura espiritual (Nuevo Testamento y un libro espiritual sugerido por tu director espiritual), el Santo Rosario, la Santa Misa y Comunión, al menos quince minutos de oración mental, la recitación del Ángelus al mediodía y un breve examen de conciencia por la noche. Estos son los principales medios para alcanzar la santidad. Si eres una persona que quiere llevar a Cristo a otros a través de la amistad, estos son instrumentos con los cuales almacenarás la energía espiritual que te permitirá hacerlo. La acción apostólica sin los sacramentos, volverá ineficaz una sólida y profunda vida interior. Puedes estar seguro que los santos incorporaron por uno u otro camino todos estos hábitos en su rutina diaria. Tu objetivo es ser como ellos, contemplativos en el medio del mundo.
3 puntos importantes para prepararnos a cumplir los hábitos: Quiero remarcar varios puntos antes de examinar los hábitos
  1. Recuerda que el crecimiento en estos hábitos diarios son como una dieta o un programa de ejercicio físico, es un trabajo de proceso gradual. No esperes incorporar los siete o aún dos o tres de ellos en tu agenda diaria inmediatamente. No puedes correr una carrera de cinco kilómetros si antes no te has entrenado. Tampoco puedes tocar a Liszt a la tercera clase de piano. Esta prisa te invita al fracaso, y Dios quiera que tengas éxito tanto en tu ritmo como en el Suyo. Debes trabajar cercanamente con tu director espiritual y gradualmente incorporar los hábitos a tu vida en el período de tiempo que corresponda a tu particular situación. Puede ser el caso que por las circunstancias de tu vida se requiera la modificación de los siete hábitos.
  2. Al mismo tiempo tu debes hacer el firme propósito, con la ayuda del Espíritu Santo y tus especiales intercesores, para hacer de ellos la prioridad de tu vida - más importante que comer, dormir, trabajar y descansar-. Quiero aclararte que estos hábitos no se pueden adquirir a las corridas. Ese no es el modo como nosotros queremos tratar a los que amamos. Ellos deben hacerse cuando estemos más atentos durante el día en un lugar en silencio y sin distracciones; donde sea fácil ponerse en presencia de Dios y estar con Él. Después de todo, ¿no es más importante nuestra vida eterna que nuestra vida temporal? Todo esto redundará al momento de nuestro juicio como una cuenta de amor a Dios en nuestro corazón.
  3. Quiero dejar en claro que vivir los hábitos no es pérdida de tiempo. No estás perdiendo el tiempo, en realidad lo ganas. Nunca conocerás una persona que viva todos ellos diariamente que sea menos productiva como trabajador o peor esposo o que tenga menos tiempo para sus amigos o no pueda cultivar su vida intelectual. Todo lo contrario, Dios siempre recompensa a los que lo ponen a El primero. Nuestro Señor multiplicará asombrosamente tu tiempo como multiplicó los panes y los peces y dio de comer a la multitud hasta saciarse. Puedes estar seguro de que el papa Juan Pablo II, la Madre Teresa o San Maximiliano Kolbe rezaban mucho más que la hora y media que se sugiere en estos hábitos repartidos a lo largo del día.

LOS 7 HÁBITOS PARA QUIENES QUIEREN SER SANTOS
Primer Hábito: Ofrecimiento del día por la mañana
El primer hábito es el ofrecimiento del día por la mañana; cuando te arrodillas y, utilizando tus propias palabras o una fórmula, ofreces todo tu día a la gloria de Dios. Lo que no es simple es lo que sucederá antes del ofrecimiento. "Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a la hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza."
Si con la ayuda de Dios te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.
¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza! (San Josemaría- Camino, 191)
En mi experiencia pastoral, quien puede vivir el "minuto heroico" en la mañana y a la noche va a la cama en el tiempo previsto, tiene la energía física y espiritual a lo largo del día para parar lo que este haciendo para cumplir los otros hábitos.
Segundo Hábito: Quince minutos de oración en silencio
El segundo hábito es por lo menos quince minutos de oración en silencio. Puedes agregar otros quince minutos extras en otro momento del día. Después de todo, ¿Quién no desea pasar más tiempo con tan excelente compañía? La oración es una conversación uno a uno, directa con Jesucristo, preferentemente frente al Santísimo Sacramento en el Sagrario. Esta es tu hora de la verdad o tu momento superior. Si lo deseas puedes abrirte y hablar acerca de lo que está en tu mente y en tu corazón. Al mismo tiempo adquirirás el hábito de escuchar cuidadosamente y meditar como otra María (Lc. 10.38-42) para ver qué es lo que Jesús te está pidiendo y qué te quiere dar. Es aquí que nosotros comprendemos su dicho "Sin Mí, nada pueden hacer."
Tercer Hábito: Quince minutos de lectura espiritual
El tercer hábito son quince minutos de lectura espiritual que usualmente consistirá en unos pocos minutos de sistemática lectura del Nuevo Testamento, para identificarnos con la Palabra y acciones de nuestro Salvador. El resto del tiempo en un libro clásico de espiritualidad católica recomendado por tu director espiritual. En cierto sentido, es el más práctico de nuestros hábitos porque a través de los años leeremos varias veces la vida de Cristo y adquiriremos la sabiduría de los santos y de la Iglesia junto con la lectura de docenas de libros, los cuales enriquecerán nuestro intelecto. También podremos poner las ideas allí expresadas en acción.
Cuarto Hábito: Participar en la Santa Misa y Recibir la Santa Comunión en estado de gracia
El cuarto hábito es participar en la Santa Misa y recibir la Santa Comunión en estado de gracia. Este es el hábito más importante de todos los siete (cfr. Jn. 6, 22-65). Ella debe estar muy en el centro de nuestra vida interior y consecuentemente de nuestro día. Este es el acto más íntimo, posible del hombre. Encontramos a Cristo vivo, participamos en la renovación de Su sacrificio por nosotros y nos unimos a su cuerpo y alma resucitado. Como el papa Juan Pablo II dijo en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America "La Eucaristía es el centro viviente y eterno centro alrededor del cual la comunidad entera de la Iglesia se congrega" (n°35).
Quinto Hábito: Rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli
El quinto hábito es rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli, invocando a Nuestra Santísima Madre de acuerdo al tiempo litúrgico. Esta es una costumbre católica que se remonta a muchos siglos. Este es un hermoso modo de honrar a Nuestra Señora por un momento. Como niños recordamos a Nuestra Madre durante el día y meditamos sobre la Encarnación y Resurrección de Nuestro Señor, el cual da sentido a toda nuestra existencia.
Sexto Hábito: El rezo del Santo Rosario cada día
El sexto hábito también es Mariano. El rezo del Santo Rosario cada día y la meditación de los misterios, los cuales versan sobre la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora. Es un hábito que, una vez adquirido es difícil abandonar. Junto con la repetición de las palabras de amor a María y el ofrecimiento de cada decena por nuestras intenciones, nosotros tomamos un atajo hacia Jesús el cual pasa a través del corazón de María. El no puede rechazar nada de Ella.
Séptimo Hábito: Breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama
El séptimo hábito es un breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama. Te sientas, pides luces al Espíritu Santo y por varios minutos revisas tu día en presencia de Dios preguntándote si te has comportado como un hijo de Dios en el hogar, en el trabajo, con tus amigos. También miras una particular área, la cual tu tienes identificada con ayuda de tu director espiritual, quien conoce tus necesidades para mejorar y llegar a la santidad. También puedes hacer una rápida mirada para ver si has sido fiel en los hábitos diarios que hemos discutidos en este artículo. Luego haces un acto de gratitud por todo lo bueno que has hecho y recibido, y un acto de contricción por aquellos aspectos en los que voluntariamente has fallado.
Si una persona honestamente mirase su día, no importa cuán ocupado esté, (y nunca me pareció encontrarme con gente que no esté muy ocupada a no ser que esté permanentemente retirada), puede frecuentemente encontrar que usualmente mal gasta un poco de tiempo cada día. Piensa, ¿qué necesidad hay de una taza de café extra cuando puedes usar ese tiempo para visitar el Santísimo Sacramento, quince minutos antes de comenzar el trabajo? O la media hora o mucho más, gastada mirando programas de televisión o videos. También es común, gastar tiempo durmiendo en el tren o escuchando la radio en el auto cuando puede ser usado para rezar el Rosario. Como también, ¿el diario no lo puedes leer en diez minutos en lugar de veinte dejando espacio para la lectura espiritual?
¿Y esa comida no podría hacerse en media hora dejando espacio para la Misa? No olvides que esta media hora es tiempo mal gastado cuando al final del día podrías haberla usado para una buena lectura espiritual, examinar tu conciencia e ir a la cama a tiempo para recuperar energías para las batallas del día siguiente. La lista continúa. Puedes hacer la tuya.
Sé honesto contigo y con Dios. Estos hábitos, vividos bien, nos capacitan para obedecer la segunda parte del gran mandamiento amar a los otros como a nosotros mismos. Estamos en la tierra como estuvo el Señor "para servir y no para ser servido." Esto sólo puede ser alcanzado junto a nuestra gradual transformación en otro Cristo a través de la oración y los sacramentos. Viviendo estos siete hábitos llegaremos a ser personas santas y apostólicas, gracias a Dios. Ten por seguro que, cuando caigamos en algo grande o pequeño, siempre tendremos un Padre que nos ama y espera en el Sacramento de la Penitencia y la devota ayuda de nuestro consejero espiritual para que volvamos a nuestro curso correcto.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Tenlo en cuenta.




Dice Dios: Nací desnudo para que tu sepas despojarte de ti mismo
Nací pobre para que tú puedas considerarme la única riqueza
Nací en un establo para que tu aprendas a santificar cada ambiente
Nací débil para que tú no tengas miedo de mí
Nací por amor para que tú no dudes nunca de Mi amor
Nací de noche para que tú creas que te puedo iluminar cualquier realidad
Nací persona para que no te avergüences nunca de ser tú mismo
Nací hombre para que tu puedas ser dios.
Nací perseguido para que tú sepas aceptar las dificultades
Nací en tu vida para atraer a todos a la casa del Padre
Jesús nace entre los pobres, los marginados, los que sufren, lloran, gritan al cielo, los afligidos, los oprimidos, cuantos lo sirvan y esperan.

viernes, 12 de diciembre de 2014

ABECEDARIO PARA LA NAVIDAD


Agradecer a Dios el habernos regalado las personas con las que convivimos.
Buscar el bien común por encima de los intereses personales.
Corregir con esmero a aquel que se equivoca.
Dar lo mejor de uno mismo, poniéndose siempre al servicio de los otros.
Estimar a los otros sabiendo reconocer sus capacidades.

Facilitar las cosas dando soluciones y no creando más problemas.
Ganar la confianza de los otros compartiendo con ellos sus preocupaciones.
Heredar la capacidad de aquellos que saben ser sinceros con valentía y respeto.
Interceder por los otros a Dios, antes de hablarle de nuestras cosas.
Juzgar a los otros por lo que son, no por lo que tienen ni por lo que aparentan.
Limitar las ansias personales frente a las necesidades del grupo.
LLenarse con lo mejor que uno encuentra en el camino de la vida.
Mediar entre los compañeros que no se entienden.
Necesitar de los otros sin ningún prejuicio.
Olvidar el miedo al qué dirán dependiendo de la opinión de los demás.
Preocuparse por los más débiles o más necesitados.
Querer siempre el bien de las personas.
Respetar las opiniones de los demás, los derechos de las personas y de los animales.
Salir al encuentro del otro, no esperando que él dé el primer paso.
Tolerar los defectos y límites propios y ajenos con sentido del humor.
Unirnos todos para vivir en paz y armonía.
Valorarse con realismo sin creerse superior a los demás.
X es una incógnita que invita a la búsqueda constante de la verdad con mayúscula.
Yuxtaponer ilusiones y esperanzas, trabajos y esfuerzos por crear fraternidad.
Zambullirse sin miedo en el nuevo día que Dios regala cada mañana.

domingo, 7 de diciembre de 2014

El dogma de la Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que, por una gracia especial de Dios, Ella fue preservada de todo pecado desde su concepción.

En el año 2014 se celebra el 160 aniversario de la Proclamación del Dogma de que María fue concebida sin pecado original, sin mancha. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus.

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de todo mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelado por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles ... "   Pío IX, bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de (1854)

La Concepción: Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana. María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir, María es la "llena de gracia" desde su concepción. Cuando hablamos de la Inmaculada Concepción no se trata de la concepción de Jesús, quien, claro está, también fue concebido sin pecado.

"Dios inefable, (...) habiendo provisto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano que había de derivarse de la culpa de Adán, y habiendo determinado, en el misterio escondido desde todos los siglos, culminar la primera obra de su bondad por
medio de la encarnación del Verbo (...), eligió y señaló desde el principio y antes de todos los siglos a su unigénito Hijo, una Madre, para que, hecho carne de Ella, naciese en la feliz plenitud de los tiempos; y tanto la amó por encima de todas las criaturas, que solamente en Ella se complació con señaladísima benevolencia

Como nos indican las anteriores palabras de Pío IX, la concepción inmaculada de la Virgen María es un maravilloso misterio de amor. La Iglesia lo fue descubriendo poco a poco, al andar de los tiempos. Hubieron de transcurrir siglos hasta que fuera definido como dogma de fe.

Dirijamos, pues, nuestra mirada en este tiempo de Adviento a María, que preparó a conciencia el primer y verdadero adviento. Nadie como Ella supo interpretar los signos de los tiempos, sintiendo que el Señor estaba cerca, Ella oró como nadie con el Salmo 24:
"Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza"

Y cuando le fue propuesta la maternidad, nada menos que del mismísimo Hijo de Dios, no quiso decir que no. Su vida fue un "sí "rotundo a los planes de Dios.
  
Siendo Ella, con su sí, quien propició que el Dios lejano se hiciera nuestro, y a partir de la encarnación de su Hijo, Dios tuviera otro título que antes no tenía: Emmanuel", el Dios con nosotros, el Salvador, el que puso su tienda entre nosotros.

Parece que de María tendríamos que explayarnos hasta la última semana de Adviento, pero quién mejor que Ella para abrir y disponer los corazones para que esta Navidad no tenga las características de ser sólo una fiesta más, o mejor la fiesta de las fiestas, donde hay de todo, pero donde se siente muchas veces un vacío, no tanto por las cosas de las que no se pudo disponer para la fiesta y el festejo, sino precisamente por no haber dispuesto el corazón, para hacer ahí el Adviento, la llegada, la recepción y la acogida para el recién nacido.

Navidad será entonces un festejo anticipado de la Pascua del Señor. Sin su encarnación, no hubiera sido posible ni la entrega, ni la redención, ni la cruz; pero tampoco la Resurrección y la vuelta de los hijos de Dios a la casa, al Reino, a los brazos amorosos del buen Padre Dios. La Navidad nos hermanará en torno al Divino Niño, nos hará compadecernos y enternecernos a la vista de quien se convierte en la presencia más cercana del Dios de los Cielos, y de la tierra.

María es un signo anticipado: de limpieza, de belleza, de santidad, de perfección, de plenitud, de vida nueva, de victoria pascual. Es un anticipo del ideal humano, del proyecto que Dios había soñado para el hombre. Un modelo, por lo tanto, para cada persona humana, para cada creyente, para la Iglesia, para la humanidad. Lo que tanto soñamos y deseamos es posible, en María se ha realizado ya.

Alegre aurora. Cuando aparecen las primeras luces del día, cuando amanece o mañanea, admiramos los tonos de color que vencen la oscuridad nocturna, Y nos alegramos. La luz, además de ofrecernos claridad, nos llena de alegría. Así es la Virgen Inmaculada, suave luz que anuncia victoria sobre el pecado y la muerte, señal segura de que se acerca el día, buena noticia para todos los hijos de la noche, causa de nuestra alegría.

Alegría verdadera, porque nos garantiza salvación y victoria. Después de tantos fracasos, después de tantas derrotas, por fin podemos levantar cabeza. El poder de las tinieblas ha sido superado. En la madre aparece un punto de luz primero, como una flor, pero la luz va creciendo hasta el encanto. Es un regalo, no sólo para los ojos, sino para toda el alma.
Pero la aurora es un anuncio solamente, ella no tiene identidad propia, es una adelantada de otra realidad original, que es el sol. La aurora no es el día, sino que lo anuncia, lo prepara. Sus luces y colores no son propios, sino del sol. La aurora es algo relativo, sin el sol nada sería. Así es María con relación a Cristo, nuestro día y nuestro sol.

CELEBRACIÇON DEL PRIMER VIERNES DE MES EN HONOR DE LA MISERICORDIA DIVINA






CELEBRACION DE LA NOVENA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y PRIMER VIERNES DE MES DE LA MISERICORDIA DIVINA



LA MISERICORDIA DIVINA SIGUE REPARTIENDO FAVORES Y GRACIAS A QUIEN CON FE LAS PIDE

Hace algunis días apareció junto al Cuaro de la Miseicordia Divina, hubicado en el Convento de las Hermanas Clarisas Descalzas, este documento. Sobran las palabras. En todo caso, volver a repetir incesantemente, Jesús, yo confío en Ti.

viernes, 5 de diciembre de 2014

LA DEVOCIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA


SEGUIMOS CELEBRANDO LA SOLEMNE NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN EL CONVENTO DE LAS CLARISAS DESCALZAS


domingo, 30 de noviembre de 2014

Tiempo nuevo, tiempo de esperanza



El sacerdote, periodista y escritor Antonio Gil Moreno, canónigo de la Catedral de Córdoba y autor de numero- sos libros, nos acaba de dejar en la Editorial  San  Pablo  su último libro: “Meditaciones para buscadores de Dios”.
Este libro recoge un conjun- to de acontecimientos diarios, en las lecturas y en las expe- riencias  personales  del autor en su vida cotidiana. Todas ellas tienen un elemento co- mún:  la  búsqueda   de  Dios en las cosas  pequeñas,  en la sabiduría de los desconoci- dos, en los sucesos inespera- dos.  Escritas  con  sencillez  y sin pretensiones,  estas medi- taciones  nos invitan  a incor- porar a Dios en nuestra vida y a celebrar  el milagro  de la existencia.
Curiosamente    el   prólogo es de Juan José Primo Jurado, Subdelegado    del   Gobierno en Córdoba, que destaca que “en este libro se nos ofrecen, desde un ejercicio genuino de

humanismo cristiano, otras tantas maravillosas medita- ciones para ayudarnos a bus- car a Dios”.
El esquema de “Medita- ciones para buscadores de Dios”  es  similar  al  de  otros de este prolífico autor. A tra- vés de más de un centenar de pequeños   artículos   nos   re- gala  reflexiones  sobre  temas de  lo  más  variado,  pero  en esta ocasión  no son reflexio- nes estrictamente  personales, Antonio Gil apoya sus ra- zonamientos   en   reflexiones de muchos  personajes,  unos conocidos,   otros   anónimos, en letras de canciones, en artículos  de revistas  y perió- dicos que ha recopilado, en poemas...   A  través  de  ellos nos  va  guiando   con  títulos tan sugerentes  como  “El Pa- drenuestro  de Dios”,  “A los que han perdido  su novela”, “Carta  a Dios  del Abbé  Pie- rre”, “Así se convirtió san Agustín”, “Una fórmula para ser feliz”...

LLEGÓ EL ADVIENTO

1) EL ADVIENTO
SIGNIFICADO Y CONTENIDO
Adviento significa venida. Este tiempo nos prepara para la venida del Señor. La venida de Cristo al mundo se realiza en un triple plan:
PASADO: venida histórica a Palestina,
PRESENTE: venida sacramental, hoy,
FUTURO: venida gloriosa al fin del mundo.

Cristo está viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros. Nos está haciendo concorpóreos suyos, solidarios de su persona y de su misterio redentor. Mediante el don de su palabra y de la eucaristía, Cristo se graba en nosotros. Nos hace su cuerpo. Su venida gloriosa al final de los tiempos no será otra cosa que la revelación de las venidas que ahora realiza en nosotros. Hay continuidad real entre su venida actual y su venida gloriosa. Exactamente igual como la semilla se prolonga en el fruto. Esta es la verdad de fe más grandiosa. Quien quiera encontrarse con el Cristo viviente, debe penetrar en el misterio de su presencia, a través de la liturgia. Es necesario que el cristiano tenga mirada interior. El adviento es radicalmente cercanía y presencia del Señor.
Poinsetia

LOS GRANDES TESTIGOS DEL ADVIENTO

Son tres: El profeta Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María.
Isaías anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Sacude la conciencia del pueblo para crear en él actitud de espera. Exige pureza de corazón.
Juan el Bautista señala quién es el Mesías, que ya ha venido. Él mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera.
María es la figura clave del adviento. En ella culmina la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la palabra hecha carne. La recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. María es Jesús comenzado. Ella hizo posible la primera navidad y es modelo y cauce para todas las venidas de Dios a los hombres. María, por su fidelidad, es tipo y madre de la Iglesia.
Poinsetia

LAS ACTITUDES FUNDAMENTALES DEL ADVIENTO

1. Actitud de espera. El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.
2. El retorno a Dios. La experiencia de frustración, de contingencia, de ambigüedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace pobre.
3. La conversión. Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor del adviento: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios ... » (Is 40,3-5). El adviento nos enseña a hacernos presentes en la historia de la salvación de los ambientes, a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren.
4. Jesús es el Mesías. Será el liberador del hombre entero. Luchará contra todo el mal y lo vencerá no por la violencia, sino por el camino de una victimación de amor. La salvación pasa por el encuentro personal con Cristo.
5. Gozo y alegría. El reino de Cristo no es sólo algo social y externo, sino interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismos cielos cuando el pecador se arrepiente. El adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.

PREPARANDO EL PRIMER VIERNES DE DICIEMBRE



5 DE DICIEMBRE: ADVIENTO:TIEMPO DE ESPERANZA
CON LA MADRE DE MISERICORDIA

 
 Oh María, Madre y Señora mía.  Te ofrezco mi alma y mi cuerpo, mi vida y mi muerte y todo lo que vendrá después de ella.  Pongo todo en tus manos, oh mi Madre.  Cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo.  Con tu poder defiéndeme de todo enemigo, especialmente de aquellos que esconden su malicia bajo una máscara de virtud.  Oh Espléndida Azucena, Tu eres mi espejo, oh mi Madre”. (Diario de Santa Faustina)

 

2015 - 2016 AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA

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El próximo año 2015, como vosotros sabéis, será para la Iglesia un Año dedicado a la Vida Consagrada.
Para responder a las expectativas del Santo Padre Francisco, dichas celebraciones se llevarán a cabo de
acuerdo con un Itinerario que comenzó el 29 de noviembre para concluirse el 2 de febrero de 2016.
 
RECEMOS POR LA FIDELIDAD DE LAS ALMAS CONSAGRADAS
Y
PARA QUE SURJAN NUEVAS VOCACIONES PARA LA IGLESIA.
 
 

 

Conoce el modo de orar del Papa Francisco

¿Cómo ora el Papa Francisco? ¿Cuál es su rutina diaria?
Rezo el Oficio todas las mañanas. Me gusta rezar con los Salmos. Después, inmediatamente, celebro la misa. Rezo el Rosario. Lo que verdaderamente prefiero es la Adoración vespertina, incluso cuando me distraigo pensando en otras cosas o cuando llego a dormirme rezando.
Por la tarde, por tanto, entre las siete y las ocho, estoy ante el Santísimo en una hora de adoración. Pero rezo también en mis esperas al dentista y en otros momentos de la jornada.
La oración es para mí siempre una oración “memoriosa”, llena de memoria, de recuerdos, incluso de memoria de mi historia o de lo que el Señor ha hecho en su Iglesia o en una parroquia concreta. Para mí, se trata de la memoria de que habla san Ignacio en la primera Semana de los Ejercicios, en el encuentro misericordioso con Cristo Crucificado. Y me pregunto: “¿Qué he hecho yo por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué debo hacer por Cristo?”. Es la memoria de la que habla también Ignacio en la Contemplación para alcanzar amor, cuando nos pide que traigamos a la memoria los beneficios recibidos. Pero, sobre todo, sé que el Señor me tiene en su memoria. Yo puedo olvidarme de Él, pero yo sé que Él jamás se olvida de mí. La memoria funda radicalmente el corazón del jesuita: es la memoria de la gracia, la memoria de la que se habla en el Deuteronomio, la memoria de las acciones de Dios que están en la base de la alianza entre Dios y su pueblo. Esta es la memoria que me hace hijo y que me hace también ser padre.
(19 de Septiembre 2013, fragemento entrevista con el P. Antonio Spadaro, S.J.)
Te invitamos ahora a continuación para que ores con nosotros este Salmo, meditando cada palabra en tu corazón:
Salmo 50, Mi pecado y tu misericordia
Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

"Contra ti solo pequé."
Ese es mi dolor y mi vergüenza, Señor. Contra ti solo pequé. Sé cómo ser bueno con los demás; soy una persona atenta y amable, y me precio de serlo; soy educado y servicial, me llevo bien con todos y soy fiel a mis amigos. No hago daño a nadie, no me gusta molestar o causar pena. Y, sin embargo, a ti, y ti solo, sí que te he causado pena. He traicionado tu amista y he herido tus sentimientos.
"Contra ti solo pequé."
Si les preguntas a mis amigos, a la gente que vive conmigo y trabaja a mis órdenes o yo a las suyas, si tienen algo contra mí, dirán que no, que soy una buena persona; y sí, tengo mis defectos (¿quién no los tiene?), pero en general soy fácil de tratar, no levanto la voz y soy incapaz de jugarle una mala pasada a nadie; soy persona seria y de fiar, y mis amigos saben que pueden confiar en mí en todo momento. Nadie tiene ninguna queja seria contra mí. Pero tú sí que la tienes, Señor. He faltado a tu ley, he desobedecido a tu voluntad, te he ofendido. He llegado a desconocer tu sangre y deshonrar tu muerte. Yo, que nunca le falto a nadie, te he faltado a ti. Esa es mi triste distinción.
"Contra ti solo pequé."
Fue pasión o fue orgullo, fue envidia o fue desprecio, fue avaricia o fue egoísmo...; en cualquier caso, era yo contra ti, porque era yo contra tu ley, tu voluntad y tu creación. He sido ingrato y he sido rebelde. He despreciado el amor de mi Padre y las órdenes de mi Creador. No tengo excusa ante ti, Señor.
"Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el tribunal me condenarás justamente."
Condena justa que acepto, ya que no puedo negar la acusación ni rechazar la sentencia.
"En la culpa nací;
pecador me concibió mi madre.
Yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado."
Confieso mi pecado y, yendo más adentro, me confieso pecador. Lo soy por nacimiento, por naturaleza, por definición. Me cuesta decirlo, pero el hecho es que yo, tal y como soy en este momento, alma y cuerpo y mente y corazón, me sé y me reconozco pecador ante ti y ante mi conciencia. Hago el mal que no quiero, y dejo de hacer el bien que quiero. He sido concebido en pecado y llevo el peso de mi culpa a lo largo de la cuesta de mi existencia.
Pero, si yo soy pecador, tú eres Padre. Tú perdonas y olvidas y aceptas. A ti vengo con fe y confianza, sabiendo que nunca rechazas a tus hijos cuando vuelven a ti con dolor en el corazón.
"Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Rocíame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame y quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa."
Hazme sentirme limpio. Hazme sentirme perdonado, aceptado, querido. Si mi pecado ha sido contra ti, mi reconciliación ha de venir de ti. Dame tu paz, tu pureza y tu firmeza. Dame tu Espíritu.
"Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu;
devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso."
Dame la alegría de tu perdón para que yo pueda hablarles a otros de ti y de tu misericordia y de tu bondad.
"Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza."
Que mi caída sea ocasión para que me levante con más fuerza; que mi alejamiento de ti me lleve a acercarme más a ti. Me conozco ahora mejor a mí mismo, ya que conozco mi debilidad y mi miseria; y te conozco a ti mejor en la experiencia de tu perdón y de tu amor. Quiero contarles a otros la amargura de mi pecado y la bendición de tu perdón. Quiero proclamar ante todo el mundo la grandeza de tu misericordia.
"Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti."
Que la dolorosa experiencia del pecado nos haga bien a todos los pecadores, Señor, a tu Iglesia entera, formada por seres sinceros que quieren acercarse a unos y a otros, y a ti en todos, y que encuentran el negro obstáculo de la presencia del pecado sobre la tierra. Bendice a tu pueblo, Señor.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión;
reconstruye las murallas de Jerusalén.