Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 118,1). “Los Apóstoles, reunidos en el Cenáculo fueron los primeros en elevar este agradecimiento pascual, en recibir el Espíritu Santo para el perdón de los pecados, el mismo Espíritu en el cual fueron enviados: “como el Padre me ha enviado, así también os envió Yo” (Jn 20,21). Esta misión se prolonga a través de los siglos, de generación en generación. E, igualmente, se prolonga la gracia, capaz hacer nuevas todas las cosas” (JP II, 18/04/1993). “Esta es la misión de la Iglesia perennemente asistida por el Paráclito: llevar a todos el alegre anuncio, la gozosa realidad del Amor Misericordioso de Dios, “para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre” (Jn 20,31)” (B XVI, 11/04/2010)
Entre las dos guerras mundiales Cristo quiso confiar a la polaca Santa Faustina Kowalska su mensaje de misericordia. La convirtió en verdadero “testigo y mensajera del Amor Misericordioso del Señor” (JP II, 22/04/2001). Este “no es un mensaje nuevo, pero se puede considerar un don de iluminación especial, que nos ayuda a revivir más intensamente el evangelio de la Pascua, para ofrecerlo como un rayo de luz a los hombres y mujeres de nuestro tiempo” (JP II, 30/04/2000). “Constituye la respuesta adecuada y decisiva que Dios quiso dar a los interrogantes y expectativas de los hombre de nuestro tiempo, marcado por enormes tragedias” (JP II, 22/04/2001). Porque “la humanidad no encontrará la paz hasta que no se dirija con confianza a la Misericordia Divina” (I, 130).
El Papa Juan Pablo II nos recordó a todos el mensaje de Cristo misericordioso revelado a Santa Faustina (Cf. B XVI, 19/04/2009). Él mismo dijo que “desde el principio de mi pontificado he considerado el mensaje de la Misericordia Divina como mi cometido especial. La Providencia me lo ha asignado” (JP II, 21/11/1981) El 30-04-2000 canonizó a Sor Faustina y designó como “DOMINGO DE LA MISERICORDIA DIVINA” al 2º Domingo de Pascua.
Palabras de Jesús a Santa Faustina
“
Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona” (III, 20)
“Mi misericordia es más grande que todas las miserias de tu alma y las del mundo entero. Por tu alma bajé del cielo a la tierra, y me dejé clavar en la Cruz” (V, 80)
“Cuando te acerques a la Confesión, sumérgete en mi Misericordia con gran confianza. Si tu confianza es grande, mi generosidad no tendrá límites” (VI, 6)
“Deseo derramar mi vida divina en las almas humanas y santificarlas, con tal de que quieran acoger mi gracia. Los más grandes pecadores llegarían a una gran santidad si confiaran en Mi Misericordia” (VI, 132)
“He abierto Mi Corazón como una Fuente viva de Misericordia. Que todas las almas tomen vida en ella. Que se acerquen con gran confianza a este mar de misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en Mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con Mi paz divina” (V, 114)
Promesas a los que propaguen estan devoción
“A las almas que propaguen la devoción a mi Misericordia, las protegeré durante toda la vida” (III, 20)
“Esa hermosa alma que propague por el mundo esta obra de la Divina Misericordia, por su profunda humildad complacerá a Dios” (III, 20)
Actitudes para recibir la Misericordia Divina
Pedirla a Dios en la oración, reconociendo la verdad de nuestra vida: necesitamos ser salvados.
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado” (Sal 51, 3)
Practicar la misericordia con el prójimo, esforzándonos en vivir la verdad del Amor.
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5, 7) “Si un alma no practica la misericordia de alguna manera, tampoco la alcanzará de Mí en el día del Juicio” (IV, 57)
“Tú serás mi reflejo vivo a través del amor y de la misericordia; sé siempre misericordiosa hacia los demás, sobre todo hacia los pecadores” (V. 59) “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos”.
“Dios es paciente con nosotros porque nos ama, y quien ama comprende, espera, da confianza, no abandona, no corta puentes, sabe perdonar” (Franc., 7/4/2013)
“Cuanto más confía el alma, más alcanza” (V, 148) “Si mi muerte no les ha convencido de mi amor, ¿qué es lo que les convencerá?” (II, 47)