El párroco de la parroquia del Espíritu Santo, Valeriano Domínguez Toro, presidirá la Sagrada Eucaristía que se celebrará el próximo 27 de abril en el Convento de las Descalzas, a partir de las 12'10 horas. Ferviente devoto de la Misericordia Divina, y tras ejercer como párroco en varias poblaciones de la provincia de Badajoz, el Arzobispo pacense le encomendó la tarea de poner en marcha la nueva parroquia del Espíritu Santo, en la barriada del "Cerro del Viento". Finalizada la primera fase de las obras, en la actualidad, se están llevando a cabo la segunda fase con despachos, salón de actos y varias salas de reuniones, para que sean utilizadas por los distintos grupos de oración que ya se han creado en la parroquia.
El propio sacerdote es el encargado de organizar distintas y variadas peregrinaciones a lo largo del año, entre la que destacamos la que se va a realizar a Polonia, del 2 al 9 de Julio, con salida desde Badajoz, visitando y celebrando la Eucaristia en el Santuario de la
Divina Misericordia en Cracovia. Se podran ver las reliquias de Santa Faustina y visitar Wadowice, pueblo natal del Beato y próximamente santo Juan Pablo II, como así mismo la casa donde nació, la Iglesia y la pila Bautismal donde fue cristianizado.Los interesados en participar en esta peregrinación, especialmente los devotos de la Misericordia Divina, pueden recabar más información en el teléfono
667457475.
sábado, 29 de marzo de 2014
viernes, 28 de marzo de 2014
Hasta el pecador mas empedernido, si reza este Rosario una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita
En el diario de Santa Faustina, nos narra que,"en una ocasión, mientras iba por el pasillo a la cocina, oí en el alma:"Reza incesantemente este rosario que te he enseñado. Quienquiera
que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte.
Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la ultima tabla de salvación.
Hasta el pecador mas empedernido, si reza este rosario una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita.
Deseo que el mundo entero conozca Mi misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia." (D. 687)
Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la ultima tabla de salvación.
Hasta el pecador mas empedernido, si reza este rosario una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita.
Deseo que el mundo entero conozca Mi misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia." (D. 687)
Ya os anunciamos que el próximo viernes, 4 de abril, a las 19 horas, de nuevo nos reuniremos en el Templo de las Descalzas de Badajoz, para rezar el Rosario de la Misericordia Divina. Dios nos espera.
El Rosario de la Misericordia Divina
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Se utiliza un rosario común de cinco decenas. 1. Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo. 2. Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
"Padre Eterno,
te ofrezco el Cuerpo,
3.
En las cuentas pequeñas del Ave María:la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero."
"Por Su dolorosa
Pasión,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero." 4. Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres veces:
"Santo Dios,
Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero."
Se debe finalizar con el rezo de una Salve a la Madre de Dios.
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miércoles, 26 de marzo de 2014
Novena de la Misericordia Divina en las Iglesias de Badajoz
Díptico con la Novena de la Misericordia Divina, que se están empezando a repartir por todos los Templos, Capillas y Parroquias de Badajoz, con el fín de darla a conocer y, de esta forma, que los fieles devotos, como así mismo los que la desconocen, puedan rezarla con la esperanza y la seguridad de que la Miseria de Dios, escucha todas nuestras plegarias.
sábado, 22 de marzo de 2014
lunes, 17 de marzo de 2014
Cartel de la Gran Fiesta de la Misericordia Divina
Cartel de la Fiesta de la Misericordia, que
celebraremos el próximo domingo 27 de abril, a partir de las 12'10 horas
en el Convento de las Descalzas. Nuestro agradecimiento a Sergio
Calzado, gerente de la empresa "Cubik Comunicación", por tan maravilloso
trabajo.
sábado, 15 de marzo de 2014
lunes, 10 de marzo de 2014
Buenos Días, Señor. Buenos con tu Bondad, y de Día con tu Luz.
Aquí estoy haciendo esta parada ante Ti antes de empezar, al igual que
le hace falta silencio a la música antes de comenzar; en tus Manos este
Día, que Tú seas el Artista que cree una Bella Canción con mi vida, que
Tú seas el Autor que escriba la página de este Día.
Otra vez comienza el Día y la Semana, Sí, otra vez nos Regalas esta Bendición de Tiempo; otra vez te pedimos que hagas nuevas todas las cosas; porque Contigo este “otra vez” es Otra vez; Contigo es otra vez tu Paz, otra vez compartir, otra vez tu Bien repartir, otra vez el Mal desterrar, otra vez Despiertos soñar, otra vez mirándote luchar, otra vez en tu Amor triunfar, otra vez tu Belleza contemplar, otra vez en tu Plenitud caminar, otra vez nuestro corazón a Sonreír, otra vez Sentir, otra vez Reír, otra vez Vivir! JESUS EN TI CONFIO.
Otra vez comienza el Día y la Semana, Sí, otra vez nos Regalas esta Bendición de Tiempo; otra vez te pedimos que hagas nuevas todas las cosas; porque Contigo este “otra vez” es Otra vez; Contigo es otra vez tu Paz, otra vez compartir, otra vez tu Bien repartir, otra vez el Mal desterrar, otra vez Despiertos soñar, otra vez mirándote luchar, otra vez en tu Amor triunfar, otra vez tu Belleza contemplar, otra vez en tu Plenitud caminar, otra vez nuestro corazón a Sonreír, otra vez Sentir, otra vez Reír, otra vez Vivir! JESUS EN TI CONFIO.
sábado, 8 de marzo de 2014
viernes, 7 de marzo de 2014
Coronilla o Rosario de la Misericordia Divina en el primer viernes de marzo
Coincidiendo con el Besapié al Santísmo Cristo de la Espina, este primer viernes de marzo nos hemos vuelto a reunir en el Templo de las Descalzas (al igual que todos los primeros viernes de mes a las 19 horas), para rezar la Coronilla o Rosario de la Misericordia Divina. Con un importante número de fieles, un mes más, todos hemos orado con gran devoción ante el cuadro que lo representa. Os invitamos a visualizar algunas imágenes de este culto religioso.
Hoy, a las 19 horas y en el Convento de Las Descalzas, rezo de la Coronilla a la Misericordia Divina
Postrado ante tus pies,
humildemente,
vengo a pedirte,
dulce Jesús mío.
poderte repetir constantemente:
" Jesus, Misericordioso, en Tí confío".
Si la confianza es prueba de ternura ansío darte esta prueba de amor;
aún cuando esté sumido en amargura,
Jesús Misericordioso,
en Tí confío.
En las horas más tristes de mi vida,
cuando todos me dejen,
¡ oh, Dios mío!,
y el alma esté por penas combatida,
Jesús Misericordioso
en Tí confío.
jueves, 6 de marzo de 2014
Encuentro mensual Con la Misericordia Divina
En la Iglesia de las Descalzas, todos
los primeros viernes de mes a las 19 horas, nos reunimos para hablar con
Dios, y rezar la coronilla o rosario de la Misericordia Divina, para
posteriormente, celebrar la Eucaristía. Os esperamos el próximo viernes,
a la hora citada. En esta ocasión, el próximo día 7 de marzo, y dado
que a la vez se celebra el tradicional y piadoso besapié a la bendita
imágen del Cristo de la Espina, no podremos llevar a cabo la habitual
reflexión que solemos hacer antes del rezo de la Coronilla. Aún así, a
las 19 horas, la rezaremos con la habitaual devoción. No faltéis. La
Misericordia Divina de Díos nos lo premiará.
miércoles, 5 de marzo de 2014
martes, 4 de marzo de 2014
Del diario de Santa Faustína
“Nada te turbe. Nada te espante"
Un buen libro
Si deseas conocer los mensajes que Jesús de la Misericordia Divina reveló a Santa Faustina Kowalska, te recomendamos este díario que, sin ningún tipo de dudas, te va a engrandecer espiritualmente.En breves fechas os informaremos la fórmula para poder adquirirlo.
Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2014
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?
La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).
La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).
¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).
Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.
Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.
A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.
No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.
El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.
Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.
Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.
Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?
La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).
La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).
¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).
Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.
Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.
A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.
No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.
El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.
Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.
Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.
lunes, 3 de marzo de 2014
Reza acompañado la Coronilla o Rosario de la Misericordia Divina
No temas a rezar solo. Aquí tienes la posibilidad de rezarlo en compañía. Y no olvides finalizar ofreciendo a la Virgen una Salve.
El Avisador de Badajoz, se hace eco de nuestro blog
Misericordia Divina de Badajoz
Por El Avisador - 3 de Marzo, 2014, 11:41, Categoría: General
Estimadios amigos/amigas: Tengo a bien daros a conocer el nuevo blog del grupo Misericordia Divina de Badajoz, como, así mismo, rogaros que os inscribáis en la sección "Seguir a Misericordia Divina de Badajoz" y, de esta forma, recibiréis en vuestro correo electrónico todo aquello que vamos subiendo día a día.
Esperando que sea de vuestro interés, os dejo el enlace: http://divinamisericordiadebadajoz.blogspot.com.es/
Un abrazo grande. Atte. Gabriel Enrique
gabien@hotmail.com
Oración a la Misericordia Divina
Dios
eterno cuya misericordia es infinita y en quien los tesoros de la
compasión son inagotables, míranos bondadosamente y auméntanos tu
misericordia. En fin de que en los momentos difíciles ni desesperemos,
ni nos desalentemos, Sino que con la máxima confianza nos sometamos a tu
santa voluntad, que es el amor y la misericordia misma. Amén.
Los primeros viernes de mes.
En la Iglesia de las Descalzas, todos los primeros viernes de mes a las 19 horas, nos reunimos para hablar con Dios, y rezar la coronilla o rosario de la Misericordia Divina, para posteriormente, celebrar la Eucaristía. Os esperamos el próximo viernes, a la hora citada. En esta ocasión, el próximo día 7 de marzo, y dado que a la vez se celebra el tradicional y piadoso besapié a la bendita imágen del Cristo de la Espina, no podremos llevar a cabo la habitual reflexión que solemos hacer antes del rezo de la Coronilla. Aún así, a las 19 horas, la rezaremos con la habitaual devoción. No faltéis. La Misericordia Divina de Díos nos lo premiará.
domingo, 2 de marzo de 2014
LA HORA DE LA GRAN MISERICORDIA: LAS TRES DE LA TARDE
El 10 de octubre de 1937, Santa Faustina recibió instrucciones del Señor concerniente a otro elemento principal de la devoción a la Divina Misericordia; esto es, la Hora de Gran Misericordia:
"A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente por los pecadores; y, aunque sea por un breve momento, sumérgete en Mi pasión, particularmente en Mi abandono al momento de la agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para todo el mundo. Yo te permitiré entrar en Mi dolor mortal. En esta hora, Yo no rehusaré nada al alma que Me pida algo en virtud de Mi pasión. (Diario, 1320)Te recuerdo, hija Mía, que cuántas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma. En esa hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás. En esa hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia" (Diario,1572)
Breve oración para rezar a las tres de la tarde
Expiraste, Jesús, pero Tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas y el océano de Tu misericordia inundó todo el mundo. Oh, Fuente de Vida, insondable misericordia divina, inunda el mundo entero derramando sobre nosotros hasta la última gota de Tu sangre.Misericordiosísimo Jesús, por los meritos de tu dolorosa pasión, ten misericordia de todos los pecadores. Ten también, misericordia, Señor, con esto que te pido... ( pidase la gracia que se desea alcanzar, y por último, se reflexiona unos instantes sobre su pasión)
sábado, 1 de marzo de 2014
La Misericordia Divina
La Misericordia Divina es una devoción cristiana enfocada en la misericordia de Dios
y su poder, particularmente como una acción de confianza en que la
misericordia de Dios y su pasión es el precio ya pagado por nuestros
pecados, y que si confiamos en Jesús nuestros pecados nos serán
perdonados; Jesús no será nuestro juez sino nuestro Salvador
misericordioso.
Más que una mera devoción es un género de la vida cristiana. Se expresa mediante actos interiores (actitudes del alma respecto a la Misericordia del Salvador y de la confianza en Dios) como exteriores: la veneración de la imagen, la hora de la misericordia, el rezo de determinadas oraciones (la llamada Coronilla), la fiesta de la Divina Misericordia y los actos de misericordia con el prójimo.
Después de un período de cuestionamiento oficial, esta devoción recibió un gran impulso durante el pontificado de Juan Pablo II, quien proclamó la fiesta de la Divina Misericordia, a celebrarse todos los años el segundo domingo de Pascua, el 30 de abril del 2000, al canonizar a santa Faustina.
Esta devoción considera que la principal prerrogativa de Jesús es la misericordia y que es la última tabla de salvación. Se accede a la misericordia por la confianza. Esta devoción está integrada por el mensaje de la divina misericordia, la coronilla de la Divina Misericordia, la imagen de la Divina Misericordia, la Fiesta y hora de la misericordia (las 15 h.).
En su diario, santa Faustina escribió que Jesús le dijo:
Santa Faustina Kowalska escribió en su diario, en relación a la fiesta, las siguientes palabras que ella experimentó en su interior que Jesús le decía:
Más que una mera devoción es un género de la vida cristiana. Se expresa mediante actos interiores (actitudes del alma respecto a la Misericordia del Salvador y de la confianza en Dios) como exteriores: la veneración de la imagen, la hora de la misericordia, el rezo de determinadas oraciones (la llamada Coronilla), la fiesta de la Divina Misericordia y los actos de misericordia con el prójimo.
Historia
La devoción como hoy es conocida fue esparcida por medio del diario de la monja polaca santa Faustina Kowalska, conocida como "Apóstol de la Misericordia", donde narra las conversaciones místicas que tuvo con Jesucristo, puestas en forma de diario a petición de su confesor, el beato Miguel Spocko, y de Jesucristo mismo. La devoción se propagó después de los desplazamientos de polacos por la Segunda guerra mundial.Después de un período de cuestionamiento oficial, esta devoción recibió un gran impulso durante el pontificado de Juan Pablo II, quien proclamó la fiesta de la Divina Misericordia, a celebrarse todos los años el segundo domingo de Pascua, el 30 de abril del 2000, al canonizar a santa Faustina.
Esta devoción considera que la principal prerrogativa de Jesús es la misericordia y que es la última tabla de salvación. Se accede a la misericordia por la confianza. Esta devoción está integrada por el mensaje de la divina misericordia, la coronilla de la Divina Misericordia, la imagen de la Divina Misericordia, la Fiesta y hora de la misericordia (las 15 h.).
En su diario, santa Faustina escribió que Jesús le dijo:
- Toda alma que cree y tiene confianza en mi misericordia, la obtendrá.
- La última tabla de salvación es recurrir a mi misericordia.
- Yo soy el amor mismo y la misma misericordia.
- Las almas que veneran mi misericordia resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.
- A las almas que propagan la devoción a mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su hijo recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellos Juez, sino Salvador misericordioso.
- Que no tema acercarse a mí el alma débil, pecadora, y aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra, todo desaparecerá en el abismo de mi misericordia.
- No puedo castigar aun al pecador más grande si él suplica mi compasión, sino que lo justifico en mi insondable e impenetrable misericordia.
- Quien no quiere pasar por la puerta de mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de mi justicia.
Fiesta de la Divina Misericordia o Domingo de la Divina Misericordia
La Fiesta de la Divina Misericordia es el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección. Jesús prometió a santa Faustina su misericordia y el perdón total de los pecados a quien ese día se confiese y comulgue. Esta fiesta ha sido declarada oficial en la liturgia por la Iglesia.Santa Faustina Kowalska escribió en su diario, en relación a la fiesta, las siguientes palabras que ella experimentó en su interior que Jesús le decía:
Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea la salvación y el refugio de todas las almas, especialmente de los pobres pecadores. En ese día se abrirán las puertas de mi misericordia. Derramaré todo el océano de mis gracias sobre las almas que se acerquen a la fuente de mi misericordia. El alma que aquel día se confiese y comulgue obtendrá la remisión completa de las culpas y los castigos. Que nadie tema acercarse a mí, aunque sus culpas fueran las más atroces. Esta fiesta, nacida de lo íntimo de mi misericordia, queda confirmada en sus profundidades... Deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua de Resurrección.
Faustina Kowalska, Diario
La hora de la Misericordia
La hora de la misericordia es las 3 de la tarde, la hora en que murió Jesús. Santa Faustina escribió en relación a ella las siguientes palabras de Jesús en su diario:En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de mi Pasión. Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma... en esa hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia. En esa hora procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan los deberes; y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a mi Corazón que está lleno de misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante. Exijo el culto a mi misericordia de cada criatura, pero primero de ti, ya que a ti te he dado a conocer este misterio de modo más profundo. Sumérgete en mi Pasión, especialmente en mi abandono en el momento de mi agonía.
Faustina Kowalska, Diario
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