Paciencia
es amarte a ti mismo y darte tiempo para crecer; es hacer cosas que te
mantengan sano y feliz y es saber que mereces lo mejor de la vida y que
estás dispuesto a conseguirlo, sin importar cuánto tiempo sea necesario.
Paciencia es estar dispuesto a
enfrentarte a los desafíos que te ofrezca la vida, sabiendo que la vida
también te ha dado la fuerza y el valor para resistir y encarar cada
reto. Paciencia es la capacidad de continuar amando y riendo sin
importar las circunstancias, porque reconoces que, con el tiempo, esas
situaciones cambiarán y que el amor y la risa dan un profundo
significado a la vida y te brindan la determinación de continuar
teniendo paciencia. Paciencia, tú la tienes, úsala...Señor, enséñanos a
orar en familia como santa Teresa para tener paciencia: “Nada te turbe.
Nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia, todo lo
alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta: sólo Dios basta”.
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