Día a día me voy dando cuenta: como un niño que va de acá
allá zarandeado por la vida.
El espíritu del mal juega conmigo me lleva a su antojo a
donde no quiero… retuercen mis convicciones hondas y me pierdo… ¿Adónde iré
así? He de regresar a Ti…. Mas…cómo hacerlo?
Acumulo riquezas posesivas que me alejan de la pobreza limpia
y serena.
Me deleito en la vana gloria de éxitos vacuos.
Desprecio a los otros, a mis hermanos. Me aferro a mis
verdades, a mis mentiras, a mis engaños. Domino a los demás y sacrifico su
amistad en aras de mi soberbia. Mi humildad se disipa maltratada por mi
orgullo. Me embrollo en mis necesidades y mis vicios, me causo males sin
cuento…
Las redes y cadenas del espíritu del mal me atenazan, me aprisionan,
me conducen a donde no quiero ir. ¿Qué haré? ¿A quién acudiré?
¡Ay, mi Señor, a Ti! ¿A quién sino? Me pondré enseguida
en camino hacia ti. Tú sabrás limpiar tanta suciedad. Tú me darás corazón
nuevo, un espíritu nuevo, sano y feliz. ¡Hazlo mi Dios! ¡Haz ya ese milagro!
Pues te amo y confío sólo en Ti.
Jesús Sánchez Adalid
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