viernes, 19 de septiembre de 2014

REFLEXIONES

Hablo, pero no soy yo el que habla. Escribo, pero no soy yo el que escribe; amo, pero no soy yo el que ama; respiro, pero no soy yo el que respira; vivo, pero no soy yo quien vive...

Hace tiempo que no mando más en mi casa. Hace tiempo que no soy dueño de nada. Hace tiempo que mi historia personal se acabó.

Pese a mí mismo me tuve que retirar, tuve que salir del frente, desde que Él se instaló en mi pequeño mundo, con su cruz inseparable, con las pajas de su antiguo pesebre, con su túnica siempre idéntica.

Así fue como Él vino, se hizo cargo de todo de tal forma que ahora, sin Él, yo ya no sería más yo mismo.

¿Dónde fue que nos encontramos?

En cada página del Evangelio. Fue allí que sentí su presencia, el calor de su mano, el latido de su corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario