Si me detengo durante un
momento en esta hora del día y guardo silencio, aflorarán dentro de mi muchos
sentimientos.
Tal vez haya decepciones,
heridas, pasiones, miedos... tal vez dudas. Por eso muchos huyen del silencio y
buscan el bullicio del mundo o la actividad desmedida. Quizás huyendo de sí
mismos para no encontrarse consigo.
Para saber quién soy debo
buscar el silencio, aunque sea de vez en cuando. Este silencio producirá en mi
varios estados. Primero me ayudará a encontrar la realidad que está oculta entre
tantos ruidos, ver qué se mueve en mi interior, qué me pasa, cómo estoy.
¿Tengo problemas de afecto o
soy yo mismo mis problemas? Mi miedo está ahí, es verdad, pero yo no soy mi
miedo.
Ahora veo que estoy
necesitado. Entonces me uno a Dios: Señor, te necesito, ven a mi.
Soy un ser pleno, tengo a
Dios, Él ya tiene resueltos mis problemas, es mi Padre, ¿qué he de temer?
Soy uno conmigo mismo y con
los demás, y con toda la creación. Ya no medito más en Dios porque estoy en Él.
Jesús Sánchez Adalid, Pbro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario