Diálogo con María
Espíritu Santo que visitaste a María por medio del Arcángel San
Gabriel para proponerle la encarnación del Verbo, y ella contestó
enseguida, al ver tu voluntad: "Aquí está la esclava del Señor, hágase
en mí según tu voluntad", y el Verbo se hizo hombre en ella y así habitó
entre nosotros; haz que viva totalmente dócil a tus inspiraciones y así
llegue también como María a la plenitud de amor que me hayas señalado. Y
a ti te pido, Oh María, que me enseñes a amar como amaste a Jesús,
enséñame el valor de la humildad y de la aceptación del plan de Dios.
Amén.
*Meditación: "Enséñanos, oh María, a caminar, fieles a Cristo y a la Iglesia"
Necesitamos de la Virgen María porque es Corredentora con Cristo.
Cristo ha querido servirse de la Virgen María para la realizar la
redención y se sigue sirviendo primariamente de Ella para aplicar los
frutos de la redención.
Necesitamos de la Virgen María porque es Medianera universal de todas
las gracias. En efecto, Ella nos ofrece a Cristo y por Él, la vida
sobrenatural de la gracia, los sacramentos y, centralmente, el alimento
de la Eucaristía. Ella nos enseña cómo acoger, meditar y vivir la
palabra de Dios, acogiéndola en nuestro corazón (Lc. 2, 9) desde la
Anunciación a la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión.
María nos enseña a caminar, fieles a Cristo y a la Iglesia, iluminando la realidad temporal.
Necesitamos de la Virgen María que nos llama a la conversión y a la gracia por medio del rezo del Rosario (Lourdes, Fátima)
Necesitamos de la ejemplaridad de María, aprendiendo de Ella a hacer
de nuestra vida un sí para Dios y para los hermanos, viviendo en fe,
esperanza, caridad, obediencia, virginidad, pobreza, oración, alegría…
al estilo de Ella que es el Magnificat.
Oración
Tú eres, María, nuestra esperanza, porque has conocido todos los
sufrimientos de nuestra pobre humanidad. Tú eres nuestra esperanza,
porque en todas las circunstancias supiste corresponder completamente a
la voluntad del Señor. Tú eres nuestra esperanza, porque el mismo Jesús
nos confió a ti en la hora de la cruz, porque tú eres verdaderamente
nuestra madre.
Te pedimos que cuides de todos tus hijos como cuidaste a Jesús Niño.
Confiamos en ti como un niño confía en su madre, llévanos hasta tu Hijo
Jesús: ayúdanos a seguirle hasta el fin para que nuestra esperanza no
sea defraudada. Amén.
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