El mensaje de la misericordia es que Dios nos ama, nos ama a todos,
sin importar la magnitud de nuestros pecados. Dios quiere que
reconozcamos que su misericordia es más grande que nuestros pecados,
para que podamos invocarle a Él con confianza, recibir su misericordia y
dejar que ella fluya a través de nosotros hacia los demás. Así, todos
llegarán a compartir su alegría. Es un mensaje que siempre podemos tener
presente sencillamente al acordarnos de la letra “S”, como en “Señor”.
/†\ Solicite su misericordia.
“Pidan y se les dará… porque todo el que pide, recibe…” (Mt 7,7-8)
Dios quiere que nos acerquemos a Él orando sin cesar,
arrepintiéndonos de nuestros pecados y pidiendo que Él derrame su
misericordia sobre nosotros y el mundo entero.
/†\ Sea misericordioso.
“Sean misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Mt 6,12-14)
Dios quiere que recibamos su misericordia y que la dejemos fluir a
través de nosotros a los demás. Quiere que demos amor y perdón a otros,
como Él nos lo da a nosotros.
/†\ Sin cesar confíe completamente.
“No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42)
Dios quiere que sepamos que las gracias de su misericordia dependen
de nuestra confianza. Cuánto más confiemos en Jesús, tanto más
recibiremos.
/†\ Oración para obtener la Divina Misericordia
¡Oh Dios de gran misericordia! bondad infinita, hoy toda la humanidad
clama, desde el abismo de su miseria, a Tu misericordia, a Tu
compasión, oh Dios; y grita con la potente voz de la miseria. Dios
indulgente, no rechaces la oración de los desterrados de esta tierra. Oh
Señor, bondad inconcebible que conoces perfectamente nuestra miseria y
sabes que por nuestras propias fuerzas no
podemos ascender hasta Ti, Te
imploramos, anticípanos Tu gracia y multiplica incesantemente Tu
misericordia en nosotros para que cumplamos fielmente Tu santa voluntad a
lo largo de nuestras vidas y a la hora de la muerte. Que la
omnipotencia de Tu misericordia nos proteja de las flechas de los
enemigos de nuestra salvación, para que con confianza, como Tus hijos,
esperemos Tu última venida, ese día que conoces sólo Tú. Y a pesar de
toda nuestra miseria, esperamos recibir todo lo que Jesús nos ha
prometido, porque Jesús es nuestra esperanza; a través de Su Corazón
misericordioso, como a través de una puerta abierta, entramos en el
cielo (Diario de Santa Faustina, 1570).
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