Señor, bendito seas. Quiero pedirte que me ayudes a entender que
debo tomar decisiones, no puedo andar de excusa en excusa y quedarme
quieto esperando que las soluciones caigan del cielo. Dame la lucidez en
la mente, la apertura en el corazón y la firmeza en el pulso, para
tomar las decisiones necesarias en mi vida y asumir las consecuencias
que correspondan. Sé que soy el dueño de mi historia y tengo que
llevarla por el mejor camino. Gracias por el amarme y por darme todo lo
que necesito, para que todo lo que me haga me salga bien. Te amo y
confío en tu presencia poderosa. Bendice a los que amo y a aquellos que
no me quieren y buscan hacerme daño. Confío en que Tú me proteges. Amén
*Meditación: "No busques excusas para no abrirle tu corazón a Dios"
Los seres humanos, somos especialistas en colocar “peros”. Lo mismo
pasa con la experiencia de Dios. Algunos, para no abrirle el corazón a
Dios y dejar que sea el dueño de su vida, siempre tienen una buena
excusa para no hacerlo, encuentra un “pero” que los incomoda y que les
permite decir “no”. No importa ser contradictorios y poco lógicos, lo
que importa es decirle no al Señor por alguna razón.
El Evangelio de Lucas (7,31-35) concreta bien esta actitud en la
siguiente expresión de Jesús: “¿Con qué compararé a los hombres de esta
generación? ¿A qué se parecen? Son como niños sentados en la plaza, que
se dicen entre ellos: «hemos tocado la flauta y no bailaron, hemos
entonado cantos fúnebres y no lloraron. Vino Juan Bautista, que no comía
pan ni bebía vino y dicen: está endemoniado. Vino el Hijo del Hombre,
que come y bebe, y dicen: miren que comilón y que bebedor, amigo de
recaudadores de impuestos y pecadores. Pero la sabiduría ha sido
reconocida por sus discípulos»” Así somos, “Palo porque remas, y palo
porque no remas”.
Tenemos siempre la capacidad de agarrarnos de algo para justificar
nuestra incapacidad de dar un paso de Fe y de confiar en Jesús.
Encontramos una razón que hace responsable a los otros y no a nosotros
mismos de la falta de decisión y de acción en nuestra vida. Si queremos
ser felices tendremos que asumir nuestras propias decisiones y darnos
cuenta por qué no actuamos o por qué actuamos. Es necesario aceptar a
los otros tal cual son, y desde su realidad, poder relacionarnos con
ellos.
Frente a la experiencia de Jesús es nuestra decisión si la aceptamos
en el corazón como Señor o no lo hacemos, pero culpemos a nadie de esa
decisión personal.
Oración
Señor, que oportunidad tan maravillosa es escucharte, conocerte,
amarte y seguirte. Un día, tu nombre llegó a mis oídos y mi vida no
volvió a ser la misma. El fuego de tu amor me sedujo y tu Santo Espíritu
me impulsó a amarte más y más. Desciende, ¡oh! Dios infinito, y
recuérdame que tu Reino es un eterno presente en el que es posible
siempre tener oportunidades cada día para el Amor. Y a Ti, Padre
celestial, en nombre de tu amado hijo te suplico que bendigas a esta
persona que lee esta humilde plegaria y que ha decidido compartir este
momento contigo, dale claridad a su vida, dale entendimiento y la
lucidez que necesita para actuar según tu Palabra. Amén.
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