Responde Fray Nelson Medina OP:
Lo primero es recordar que el primer
mandamiento, el que nos orienta en la ruta de la vida, es que pongamos a
Dios en primer lugar. Por razonable que nos parezca una petición o
deseo, apegarnos a ello, sobre todo cuando no depende únicamente de
nuestras estrategias o deseos, es un grave error.
A uno le puede parecer muy lógico, y muy
deseable, y muy sano tener tal o cual empleo, ir a tal o cual lugar o
tomar tal o cual camino en la vida. No necesariamente es lo mejor y no
necesariamente es lo que va a suceder.
Lo más saludable es definir la vida a
partir del agradecimiento de lo que uno ha recibido y luego, con toda la
humildad y amor que uno tenga hacia Dios decirle: “Confío mi vida en
tus manos; dame ojos para descubrir tus designios, y un corazón que se
goce en tu voluntad.”
Eso no significa que uno no tenga deseos
concretos, pero desde el momento mismo en que nacen hay que vigilar no
esclavizarse con ese deseo. Si quiero un buen empleo, “hago la tarea,” o
sea, me capacito, envío hojas de vida, trato de buscar contactos, pero
finalmente sé que la plenitud de mi vida no está en eso. Lo mismo para
la persona que quiere una buena pareja: cuida particularmente su
aspecto, frecuenta sitios donde puede conocer nuevas y buenas personas,
pero no se esclaviza de ese único deseo.
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