¿Qué significa que Jesús descendió a los infiernos? ¿Cuál fue su misión en ese lugar?.
En el Credo de los Apóstoles proclamamos que Cristo "descendió a los infiernos". ¿Qué significa?
Este
Credo, formulado en el siglo V, se refiere al descenso del alma de
Cristo, ya separada del cuerpo por la muerte, al lugar que también se
llama "sheol" o "hades". El Cuarto Concilio Lateranense, en el 1215,
definió esta doctrina de Fe.
En este caso "infierno" no se
refiere al lugar de los condenados sino que es "el lugar de espera de
las almas de los justos de la era pre-cristiana" (Ott, p. 191). Entre la
multitud de justos allí esperando la salvación, estaba San José, los
patriarcas y los profetas, como todos aquellos que murieron en paz con
Dios. Todos necesitaban, como nosotros, la salvación de Cristo para
poder ir al cielo.
Vea en las Sagradas Escrituras: Hechos 2,24; 2,31; Flp 2, 10, 1 Pedro 3,19-20, Ap 1,18, Ef 4,9.
Padres
de la Iglesia que enseñaron esta doctrina incluyen: San Justino, San
Ireneo, San Ignacio de Antioquía, Tertuliano, San Hipólito, San Agustín.
Santo
Tomas Aquino enseña que el propósito de Cristo en descender a los
infiernos fue liberar a los justos aplicándoles los frutos de la
Redención (S. Th. III, 52, 5).
El Catecismo de la Iglesia Católica sobre esta doctrina:
Cristo descendió a los infiernos
632
Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús
"resucitó de entre los muertos" (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20)
presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los
muertos. Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al
descenso de Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos
los hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos. Pero ha
descendido como Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que
estaban allí detenidos.
633 La Escritura llama
infiernos, sheol o hades a la morada de los muertos donde bajó Cristo
después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados
de la visión de Dios. Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el
estado de todos los muertos, malos o justos, lo que no quiere decir que
su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre
Lázaro recibido en el "seno de Abraham". "Son precisamente estas almas
santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que
Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos".
Jesús no
bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir
el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le
habían precedido.
634 "Hasta a los muertos ha
sido anunciada la Buena Nueva..." (1 Pedro 4, 6). El descenso a los
infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la
salvación. Es la última fase de la misión mesiánica de Jesús, fase
condensada en el tiempo, pero inmensamente amplia en su significado real
de extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos 605 los
tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen
partícipes de la Redención.
635 Cristo, por
tanto, bajó a la profundidad de la muerte para "que los muertos oigan la
voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan". Jesús, "el Príncipe de
la vida" (Hch 3, 15), aniquiló "mediante la muerte al señor de la
muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte,
estaban de por vida sometidos a esclavitud" (Hb 2, 14-15). En adelante,
Cristo resucitado "tiene las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1, 18)
y "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y
en los abismos" (Flp 2, 10).
Un gran silencio se cierne hoy
sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio,
porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa y no se atreve a
moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los
que dormían desde hace siglos ... En primer lugar, va a buscar a
nuestro primer padre, como a la oveja perdida.
Quiere visitar a
los que yacen sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte;
Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que
está cautivo, y a Eva, que está cautiva con él ... Y, tomándolo de la
mano, lo levanta diciéndole: "Despierta, tú que duermes, y levántate de
entre los muertos y te iluminará Cristo". Yo soy tu Dios, que por ti me
hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti ...
Despierta,
tú que duermes; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en
la región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida
de los que han muerto".[500]
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